Quince relojes legendarios, auténticas leyendas de la relojería. Iconos que, sin discusión, han marcado el tiempo de varias generaciones y que aún hoy siguen en plena forma.

En el convulso año de 1968, Patek Philippe lanzó al mercado un reloj cuya forma rompía con todos los diseños anteriores. Redondeado sin ser redondo, cuadrangular sin ángulos vivos, este reloj resueltamente original representaba la fusión perfecta entre una elipse y un rectángulo. Además, la relación entre el ancho de la caja y su largo era de 1: 1,618033… el célebre “número áureo”, una proporción en la que la relación entre los lados mayor y menor es idéntica a la de la suma de los dos lados y el lado mayor, y que está presente en la armonía de la naturaleza, en la belleza de los seres vivos y en las obras maestras de los grandes artistas desde la Grecia clásica, inspirando algunas de las más hermosas obras arquitectónicas y artísticas de la humanidad. La también conocida como la “divina proporción” se hizo así presente en las muñecas de quien posee un Ellipse d’Or gracias a la valentía de Patek Philippe al atreverse con diseño absolutamente innovador.

Desde un principio, su esfera de oro azulado realzada en una caja de gran formato, con sus índices y agujas de bastón, cautivó a esa alta sociedad internacional, siempre amante del buen gusto y la distinción sin excentricidad. Al decir de los observadores de lo mundano, el Ellipse d’Or se convirtió pronto, no ya en un símbolo de cierto estilo de vida, sino en un estilo de vida en sí mismo. El azul cobalto de la esfera dio paso con el tiempo al marrón chocolate, al antracita, …

Auténtico icono de la elegancia, este modelo se ha distinguido siempre por su construcción particularmente plana. En el momento de su lanzamiento solamente un mecanismo de cuerda manual era capaz de otorgar una fineza así. Pero desde la introducción, a finales de los años 1970, del Calibre Patek Philippe 240, dotado de un minirrotor integrado en la platina (patente Patek Philippe), la posibilidad de otorgar a los relojes automáticos un perfil plano y elegante se hacía realidad. Su masa oscilante, de reducido tamaño y capaz de transformar los gestos habituales de la muñeca en energía para el armado, es de oro de 22 quilates.

Dado el éxito de esta colección, la manufactura ginebrina creó una serie de complementos que acompañaban fielmente al reloj: el encendedor Ellipse, el colgante astrológico Ellipse y los gemelos y pendientes Ellipse, a juego con la esfera elegida. Todos ellos en oro, blanco, amarillo o rosa. E incluso, con motivo del su cuarenta aniversario, en platino, en una edición limitada a 100 ejemplares.