Jaquet Droz presenta, con motivo del año nuevo chino cuatro modelos de su colección Petite Heure Minute, consolidando, más si cabe, el vínculo que une a la relojera suiza con China.

En el siglo XVIII, Jaquet Droz fue una de las primeras marcas en descubrir el Imperio del Medio, presentando sus creaciones incluso en la Ciudad Prohibida. Hoy en día, algunas piezas históricas se conservan allí como testimonio del perdurable vínculo que une a la Casa relojera con el país.

En estos días China comienza su año del Mono, y para celebrarlo, los artesanos de Jaquet Droz partiendo del emblemático Petite Heure Minute han creado dos modelos nuevos, cada uno disponible en dos versiones: Petite Heure Minute Monkey y Petite Heure Minute Relief Monkey.

Jaquet Droz Petite Heure Minute Monkey, detalle esfera

Para los grabados que aparecen en las esferas, los maestros artesanos se han inspirado en la leyenda de Sun Wukong –el mítico Rey de los monos de la literatura clásica–. Cuenta la historia tradicional china que al ser encargado de cuidar el Jardín de los melocotones celestes, este animal curioso y astuto se habría comido los melocotones sagrados para alcanzar la vida eterna.

En el modelo Petite Heure Minute Monkey, el mono se lanza sobre una rama como si buscara un melocotón, en una imagen tan poética y realista, que genera una impresión de movimiento casi palpable. Las dos versiones se presentan con cajas en oro rojo. La primera tiene 35 mm de diámetro y está engastada con diamantes talla brillante. La segunda es de un tamaño mayor, con un diámetro de 39 mm. En el dorso de ambas versiones, la masa oscilante también rinde tributo a la leyenda de Sun Wukong en un espectáculo que alterna espacios llenos y vacíos, a la vez que anima los movimientos automáticos.

Por su parte, el modelo Petite Heure Minute Relief Monkey  luce un sutil juego de nácar y laca que deja ver un delicado follaje en el que sobresale la escultura de un mono en oro, suspendido de una rama de melocotonero. La primera versión tiene la caja en oro rojo y la segunda se presenta en un estuche en oro blanco engastado con una multitud de delicados y deslumbrantes diamantes. La masa oscilante, diseñada con el mismo motivo, está formada por una combinación de oro grabado y patinado con ónice negro. Este mineral, que Jaquet Droz aprecia particularmente por su color negro profundo y resplandeciente, presenta todo el misterio y el encanto característicos de los tonos oscuros y luminosos que evocan la seducción y la elegancia propias de estas obras de arte.

Todas las versiones son ediciones limitadas a 28 ejemplares y poseen una reserva de marcha de 68 horas. Un tributo, entre la intemporalidad y el presente que se renueva constantemente, a la relación multisecular de Jaquet Droz con el Imperio del Medio.