Ya en otoño y de vuelta a la rutina, esta vez rodeada de incertidumbres, es el momento de revisar nuestros relojes. En este artículo recopilamos una serie de consejos para que nuestros queridos guardatiempos siempre estén siempre en perfectas condiciones.
Los que hemos podido disfrutar de unos días de descanso este verano hemos llevado nuestros queridos relojes con nosotros, acompañándonos en multitud de días inolvidables y realizando muchas actividades que no realizamos durante el resto del año, como el buceo, o intensificando otras, como deportes, que exponen nuestros relojes a ciertos riesgos.

Mi primera recomendación para que siempre estén en perfectas condiciones es una que considero la más importante y que muy pocos llevamos a cabo. Un reloj es un instrumento mecánico, con engranajes y aceites lubricantes que evitan fricciones, exactamente igual que el motor de un coche. Salvo que nos cambiemos muy habitualmente, está trabajando las 24 horas del día sin parar de latir.
El primer consejo es llevar los relojes a revisar con cierta periodicidad, siguiendo las indicaciones de la marca, como hacemos con el coche
Si tenemos asimilado que el coche debemos llevarlo a la revisión una vez al año, cuando sólo está en marcha unas pocas horas al día como mucho, ¿por qué no hacemos las revisiones recomendadas a nuestros relojes? Deberíamos llevarlos a revisar siguiendo las indicaciones de la marca o más o menos cada cuatro años, en función del uso que les demos. Si lo utilizamos para actividades deportivas o buceo, debemos hacerlo más a menudo, cada dos años.

Pero cuidado, incluso cuando los relojes están mucho tiempo sin funcionar, las juntas y los aceites se degradan, por lo que también debemos mantener el periodo de revisiones.
No hay que olvidar que los relojes de cuarzo también deben ser revisados y cambiarles la pila cuando comience a dar muestras de que se está gastando. Dejar la pila gastada dentro hará que se sulfate y dañará gravemente el mecanismo.
Es fundamental evitar el uso del reloj en actividades que supongan cierto riesgo, especialmente para el calibre
Otro consejo fundamental, que yo siempre me aplico, es evitar el uso del reloj en actividades que supongan cierto riesgo, sobre todo para el calibre. Si es posible quítatelo, salvo que sea imprescindible para la práctica de esa actividad o sea un reloj diseñado para la misma. Incluso algo tan relajante como darte un remojón en la playa puede poner en riesgo tu reloj.

Si nuestro reloj es hermético hasta 5 atmósferas, esto no quiere decir que puedas sumergirte hasta 50 metros, sino que es capaz de soportar una presión de hasta 50 metros de agua en condiciones estáticas. Pero eso no suele ocurrir en la realidad, porque el agua es un entorno cambiante y puede afectar al reloj.
En el caso de la norma ISO aplicable a relojes de pulsera estándar tenemos que considerar que los relojes “Water Resistant” sólo son sumergibles si pueden soportar una presión superior a 10 atmósferas, que es el equivalente a 100 metros de profundidad. Si indica 3 atmósferas sólo soportan salpicaduras, como cuando nos lavamos las manos o si estamos en el exterior y comienza a llover. En el caso que indique 5 Atm puedes utilizarlo para nadar pero nunca para sumergirte con él.
A partir de 100 metros los relojes permiten los deportes acuáticos e incluso el buceo pero con tubo, nada de inmersiones profundas. 150 metros ya permite el buceo con escafandra y botellas y a partir de 200 m el submarinismo profesional.
La hermeticidad no es permanente e invariable a lo largo de toda la vida del reloj. Con el uso y los años las juntas se degradan
En el caso de la norma ISO aplicable a relojes de submarinismo a partir de 100 metros te permite la realización de buceo con botellas, pero para la realización de la inmersión en saturación el reloj debe ser hermético hasta 300 metros.

Un elemento adicional a considerar es que la hermeticidad no es permanente e invariable a lo largo de la vida del reloj. Según van pasando los años, y con el uso, las juntas se degradan, por lo que se debe tener especial cuidado en las revisiones para mantenerlas estables en el tiempo.
Creo que con cualquier reloj, si no se va a utilizar para una actividad como el buceo y para el control de la inmersión, hay que hacerse una pregunta antes de meterle en el agua: ¿realmente quiero estropear mi reloj por darme un baño con él? Déjalo en la toalla y disfruta del chapuzón.
Si has decidido que te acompañe al agua, asegúrate de que la corona esté bien roscada y no presiones los pulsadores de la caja, si los tiene. Una vez fuera del agua y cuanto antes, rocíalo con agua dulce para eliminar los restos de sal y sécalo con un trapo suave.

Siempre es recomendable mantener limpio el reloj para evitar el depósito de suciedad y polvo que pueda afectar al calibre, por lo que recomiendo que una vez a la semana se limpie con un trapo suave y seco, en el caso de los relojes no sumergibles, y con un trapo humedecido o incluso un cepillo de dientes de los más suaves, en el caso de los resistentes a la inmersión. Hoy día se pueden encontrar en el mercado espráis elaborados especialmente para el cuidado y la limpieza de los relojes.
Los cambios extremos de temperatura pueden afectar a la marcha del reloj
Otros de los elementos que pueden afectar a nuestros queridos compañeros son los cambios de temperatura extremos, por lo que no hay que exponerlos por un largo rato a temperaturas inferiores a 0 grados o superiores a 60 grados centígrados. Estas temperaturas extremas afectan a la dilatación de los metales y juntas, además de degradar los aceites internos.

Los campos magnéticos también afectan a la mayoría de los relojes, haciendo que pierdan exactitud. Hoy en día estamos rodeados de ondas magnéticas como imanes, microondas, teléfonos móviles, etc. Mucho ojo con dejar dentro del bolso el reloj, algunos llevan imanes en los cierres. Incluso conviene no llevar el teléfono móvil en el bolsillo de la mano en la que se lleva el reloj. Por supuesto, hay que evitar los impactos fuertes, por ese motivo hay que evitar practicar deporte con el reloj. Todos hemos visto a grandes jugadores de tenis, como nuestro querido Rafa Nadal, jugando con un modelo con tourbillon, pero a nosotros no nos pagan por hacerlo y si lo rompemos la factura corre de nuestra cuenta. Además, el sudor de algunas personas por su contenido ácido puede afectar a los materiales como caja y biseles.

Otro elemento que nos rodea y afecta a nuestros relojes son los productos químicos que están en todos lados, productos de limpieza, cosméticos, perfumes disolventes, esmaltes de uñas… Si la exposición es prolongada pueden afectar a la caja, juntas y pulsera.
Cuando no se utiliza el reloj, es recomendable no dejarlo en cualquier parte. Si es posible hay que guardarlo en su caja y a una temperatura y humedad estables
Es conveniente no utilizar el reloj por la noche mientras se duerme, no tenemos el control del movimiento de nuestros brazos y podemos golpearlo con facilidad. Además, en los modelos con correa de piel conviene dejar que ésta respire y no esté sometida al contacto con nuestra piel todo el día, por lo que la noche es un buen momento para dejarla respirar. Ojo también con las correas de caucho o silicona. Las temperaturas extremas las degeneran y pueden hacer que se partan con la consiguiente posible caída del reloj. Aunque todos estos consejos son conocidos por todos los aficionados a la relojería, siempre es bueno refrescarlos para tener siempre en estado de revista a nuestros queridos compañeros en el paso del tiempo.