La alta artesanía ocupa un lugar destacado en Patek Philippe. Un compromiso que va más allá de las piezas conmemorativas y se extiende a la colección actual de relojes, en la que abundan piezas excepcionales en las que el arte, en sus múltiples expresiones, es el gran protagonista.

“Despertar el espíritu: tal es el objetivo final del arte, que consiste en revelar al espíritu todo lo que encierra de esencial, grande, sublime, respetable y verdadero”. Así definía el filósofo alemán Hegel el arte. Algo muy parecido deben sentir cada día los artistas y artesanos de Patek Philippe cuando se enfrentan a la tarea de la creación. Más allá de la funcionalidad de las complicaciones técnicas, los movimientos, las alternancias y la reserva de marcha está la belleza. La pura belleza que cautiva y despierta los sentidos. 

Patek Philippe, Patek Philippe, cuando el tiempo es arte
Detalle de la esfera de nácar y diamantes del Patek Philippe ref. 4899

Patek Philippe mantiene en su colección actual un buen puñado de hermosos relojes en los que la indicación del tiempo se convierte en un ejercicio artístico que abarca las más diversas disciplinas y requiere de manos expertas y nervios de acero. Todo un derroche de belleza e imaginación en el que esferas esmaltadas, pinturas miniaturizadas, grabados, guillochés, engastes invisibles, decoraciones soleadas o acabados aterciopelados son los grandes protagonistas. 

Compromiso de futuro

En opinión de Philippe Stern, presidente honorario de Patek Philippe, la edad de oro de los artesanos ginebrinos fue el siglo XIX. Después, con la creciente industrialización y el interés de las marcas por fabricar en grandes cantidades, comenzaría el declive. Tan sólo un puñado de las más prestigiosas marcas ha sabido proteger y conservar estas habilidades artísticas. Patek Philippe es, sin lugar a dudas, una de ella. El compromiso y la tenacidad de la familia Stern, que siguieron encargando piezas a los artesanos aún a sabiendas de que no tendrían salida en el mercado, garantizaron la continuidad.

Un buen ejemplo de estos oficios ancestrales que estuvo en peligro de extinción es el guilloché, una técnica decorativa que data del siglo XVI y que en el siglo XIX vivió momentos álgidos en la relojería. Pero que a finales del siglo XX estuvo a punto de desaparecer a manos de las nuevas máquinas de grabación láser. Patek Philippe reaccionó de forma contundente para preservar la técnica y el oficio, que requiere mano firme, agudeza visual y trabajo constante por parte del artesano. Hoy, el guilloché está muy demandado en la alta relojería, y aunque no se estudia en escuelas de arte, se transmite de artesano a artesano. La experiencia como valor añadido.

Patek Philippe, Patek Philippe, cuando el tiempo es arte
Patek Philippe ref. 7130G, detalle del guilloché de la esfera

Algo similar ocurrió con el grabado. A finales del siglo XVIII, sólo en Ginebra había más de 200 grabadores, pero entre 1970 y 1980 este oficio artesanal desapareció casi por completo. “Patek Philippe, que había dado trabajo a estos artesanos desde sus orígenes, continuó haciéndolo cuando los relojes decorados ya no estaban de moda, manteniendo vivos estos valiosos conocimientos”, explica orgullosa la marca. Lo cierto es que hoy, y aunque el número de grandes artesanos siga siendo escaso, la supervivencia de la próxima generación de grabadores parece asegurada. 

El brillante engastado

En la actualidad, consciente de la importancia de estos oficios de arte y de la responsabilidad hacia generaciones futuras, la alta artesanía ocupa un lugar destacado en la manufactura ginebrina que dirige Thierry Stern. Una alta artesanía que va más allá de las piezas excepcionales y conmemorativas. Así, dentro de la colección actual de relojes de pulsera de Patek encontramos modelos que son la máxima expresión de estas técnicas artísticas. Este es el caso, por ejemplo, del Calatrava Haute Joaillerie, ref. 4899/901G, cuya esfera de nácar en su parte superior luce un motivo de plumas en diferentes tonos de azul grabadas a mano, mientras la inferior se adorna con un engastado aleatorio de 98 diamantes y 89 zafiros azules también de distintas tonalidades. Sobre ella giran las agujas de oro blanco y finos grabados. La caja de oro blanco, perfectamente redonda, exhibe un soberbio engastado de diamantes de talla brillante en varias filas dispuestas al tresbolillo y sembradas de zafiros azules. Lo mismo que la corona y el cierre de la hebilla. En total, 348 diamantes y 354 zafiros azules. 

Patek Philippe, Patek Philippe, cuando el tiempo es arte
Patek Philippe ref. 4899 Calatrava Haute Joaillerie

Otro excelente ejemplo de engastado es el que ofrece la brillante referencia 4978/4000G-01, o más conocida como Diamond Ribbon Joaillerie. Con sus 679 diamantes colocados en espiral en la caja y la esfera es la expresión del más sublime arte del engaste. En total tiene 770 diamantes de distintos tamaños, cuya disposición recuerda las cintas que las gimnastas hacen bailar por el aire. 

También el Góndolo, ref. 7042, reinterpretación del espíritu Art Déco que encarna una de las edades de oro de Patek, hace una luminosa exhibición de engarzado de diamantes con su esfera pavé. Como lo hace también el flamante Twenty-4 Haute Joaillerie, completamente engastado con un total de 3.238 diamantes en engaste aleatorio.

Patek Philippe, Patek Philippe, cuando el tiempo es arte
Patek Philippe ref. 7300. Detalle de la esfera, íntegramente engastada con 384 diamantes

Esmaltes y pinturas

Las distintas técnicas de esmaltado, que desde el principio tuvieron en la escuela ginebrina su máxima representación, tienen un papel protagonista en varios de los relojes de Patek. Este es el caso de la referencia 5231, un artístico Horas Universales presentado el año pasado y cuya esfera de esmalte cloisonné es la gran protagonista. En el centro, rodeado por las ciudades del mundo con sus distintos husos horarios, aparece esmaltado el mapa de Europa, África y las Américas, realizado totalmente a mano con sumo esmero. 

Patek Philippe, Patek Philippe, cuando el tiempo es arte
Patek Philippe ref. 5231J. El mapa del centro de la esfera está realizado en esmalte cloisonné

El pintura en esmalte es una delicada técnica que requiere de gran intuición artística y talento, y que generalmente realizan mujeres, más propensas a la paciencia y la precisión. Según la complejidad del diseño, un modelo puede volver al horno hasta 12 veces. Cuatro son las técnicas más utilizadas en relojería. La primera es el cloisonné, cuyo diseño se realiza con hilo metálico, normalmente de oro y se fija a una lámina base cubierta de una capa de esmalte. El champlevé es similar, a diferencia de que la base se labra antes en la lámina. El paillonné se consigue con una serie de minúsculas laminillas de pan de oro cortadas en varias formas. Y, finalmente, la pintura en miniatura, muy distinta a las anteriores y que bien puede considerarse una técnica artesanal aparte. Todas ellas requieren de una gran pericia por parte del o de la artista. 

Tanto en las decoraciones como en los mecanismos, la característica principal de los relojes Patek Philippe es su impecable acabado manual. En el caso de los relojes ornamentados, la realización de motivos y filigranas se realiza íntegramente a mano de principio a fin. No es de extrañar que algunos acumulen varias técnicas artísticas para deleite de coleccionistas y amantes del arte. Una de estas piezas es la referencia 5088P, perteneciente a la clásica colección Calatrava, que reúne en la misma esfera un esmalte en negro, de los más difícil de conseguir, y un sofisticado grabado de volutas y arabescos. Ambos hechos a mano, como decimos, y que convierten a este reloj con caja de platino en una pieza excepcional. Una rareza exquisita en la colección actual. 

Patek Philippe, Patek Philippe, cuando el tiempo es arte
Sobre el esmalte en negro de la ref. 5088P se han grabado a mano volutas y arabescos

Grabar el tiempo

Si de grabados hablamos, mención especial requiere el célebre Sky Moon Tourbillon, ref. 6002G. Un gran complicación con 12 funciones que hace gala de una caja de oro blanco íntegramente grabada a mano con una elegante decoración con volutas y una esfera negra en esmalte cloisonné y champlevé.

Dentro de las grandes complicaciones, una pieza excepcional en todos los sentidos es el calendario perpetuo ref. 5160/500G. Tanto su caja de oro blanco tipo “Officier”, como la tapa con bisagra, el centro de la esfera, las asas y el cierre lucen una rica decoración grabada a mano e inspirada en un reloj de bolsillo del Patek Philippe Museum. 

Patek Philippe, Patek Philippe, cuando el tiempo es arte
Detalle del grabado de la corona y la tapa Officier del Patek Philippe Ref. 5160

También la ref. 5180, que rinde el homenaje más visible al famoso calibre 240 extraplano con su estructura “esqueletada”, hace gala de un gran refinamiento. Está íntegramente calado, decorado y grabado a mano. Su transparencia escenifica a la perfección el paso del tiempo. Este Calatrava es una paciente obra de encaje que ha requerido de más de una semana de trabajo de un experto relojero para conseguir su arquitectura transparente. Después interviene el grabador, cuya ardua labor necesita más de 130 horas. 

Y muchas más horas necesitaríamos nosotros si quisiéramos seguir ahora con nuestro repaso a los relojes con decoraciones artísticas de la colección actual de Patek que, como estamos viendo, representan el compromiso de esta marca con la alta artesanía y el arte en general. Aceptamos el reto y prometemos que en próximas revistas continuaremos disfrutando de la vena artística de Patek. Porque como decía el gran Fernando Pessoa, “el arte es la demostración de que la vida sola no basta”. 

Patek Philippe, Patek Philippe, cuando el tiempo es arte
Patek Philippe Ref. 5180/1R. Este reloj «transparente» está completamente calado, decorado y grabado a mano