Es una auténtica leyenda de la relojería. Un icono que, sin discusión, ha marcado el tiempo de varias generaciones y que aún hoy sigue en plena forma.

Técnico y preciso, el cronógrafo Omega Speedmaster se ha ganado por derecho propio un lugar en el Olimpo de los iconos relojeros. Nacido en un primer momento como parte de la colección Professional, el primer Speedmaster (CK 2915) data de 1957 e iba dirigido a los amantes del automovilismo y a los pilotos de carreras. Equipado con calibre 321 de carga manual, su potente estética descansaba sobre elementos como la escala taquimétrica situada en el bisel y separada de la esfera, la forma simétrica de su caja y la aguja de las horas con forma “Broad Arrow”.

Pero si por algo se le conoce al Speedmaster es por su vínculo con la exploración del espacio. Una amistad que comenzó en 1962 en las muñecas de los astronautas de la NASA Walter “Wally” Schirra y LeRoy Gordon “Gordo” para los vuelos espaciales del programa Mercury. Se trataba del Speedmaster de 2ª generación (CK 2998) con bisel en aluminio negro.

Las exigencias en el espacio, con cambios de presión y temperatura constantes, vibraciones, fuerzas de aceleración y bajas presiones obligaron a Omega a llevar a cabo un importante trabajo de investigación técnica y mecánica. Superadas las exigencias de los astronautas el Speedmaster se convertiría en 1969, junto con Neil Armstrong y Buzz Aldrin, en el primer reloj utilizado en la Luna.

Muchas han sido las versiones desarrolladas por Omega desde su lanzamiento original. El “MoonWatch”, el Professional con calibre Omega 861, el Mark II, el Speedmaster de oro, el Snoopy Award edición limitada en honor al Silver Snoopy Award, el Dark Side Of The Moon, el First Omega in Space en 2015… El reloj de la luna consolida fuerza y vigencia para continuar acompañando al hombre en una aventura espacial cargada de sorpresas en el futuro.