Todos aquellos que tienen una idea de cronometría son unánimes: el avance técnico de Omega con su Globemaster, que estos días llega a España, es absolutamente revolucionario. Se trata, sin duda, de un gigantesco paso para compensar los dañinos efectos del magnetismo en un reloj mecánico.

Aunque es evidente, no está de más volver a recordarlo: Omega es una marca global. Esto quiere decir que no se contenta solamente con fabricar sus movimientos sino que lleva a cabo profundas investigaciones para mejorar la calidad, fiabilidad y durabilidad de sus creaciones. Se explica así el nuevo proceso de certificación de relojes que ha puesto en marcha este año con la colaboración del Instituto Federal de Metrología (METAS), del que ya les hablamos ampliamente en ediciones anteriores.

Y es siguiendo este proceso de investigación y desarrollo que Omega ha presentado el Globemaster. Un reloj equipado con el movimiento mecánico más avanzado de la marca. Su diseño, inspirado en los primeros modelos Constellation, pone de manifiesto todo el saber hacer relojero y la larga historia de precisión y la pericia que distinguen a la marca. Así, antes de ser certificado, cada reloj debe superar una serie de pruebas independientes, un proceso completamente nuevo que establece nuevos estándares de calidad para la industria relojera.

El primer «Master Chronometer»

Globemaster es el primer reloj en someterse a estas nuevas pruebas que, además de medir su rendimiento en condiciones de uso diario, testan también su funcionamiento cuando está expuesto a intensos campos magneticos (15.000 gauss). Cualquier marca relojera puede someter sus relojes a estos test realizados por METAS y recibir el título de «Master Chronometer», que reconoce no solamente la calidad del movimiento mecánico sino también la calidad del reloj completo.

Todo esto viene a demostrar la seriedad y el compromiso de Omega que abre esta certificación a todos sus competidores.

Los ocho criterios de medida durante el proceso de certificación son los siguientes:

1. El funcionamiento del movimiento durante la exposición a un campo magnético de 15.000 gauss.

2. La desviación del tiempo de marcha del reloj en seis posiciones.

3. La desviación del tiempo de marcha del reloj, entre 0 y 2/3 de reserva de marcha.

4. El funcionamiento del reloj durante la exposición a un campo magnético de 15.000 gauss.

5. La desviación de la precisión media diaria del reloj, tras exponerlo a un campo magnético de 15.000 gauss.

6. La precisión media diaria del reloj en pruebas que reproducen las condiciones de uso diarias (seis posiciones, dos temperaturas).

7. La reserva de marcha del reloj (autonomía–funcionamiento sin recargar).

8. La estanquidad del reloj (probada en agua).

Antes de exponerse a los campos magnéticos y comprobar su rendimiento según los criterios aprobados por METAS, el movimiento debe superar las pruebas establecidas por el Control Oficial Suizo de Cronómetros (COSC). Así, con cada reloj, se entregará al cliente un certificado con el número de identificación que le permitirá conocer los resultados obtenidos por su reloj en cada prueba. Un documento que demuestra también que ha sido certificado por METAS.

Para recibir el título de «Master Chronometer», el Globemaster debe mantenerse dentro de los límites de tolerancia (entre 0 y +5 segundos diarios) durante y tras su exposición a un campo magnético de 15.000 gauss.

Omega Globemaster Brown

El enemigo magnetismo

En materia relojera, los campos magnéticos son un auténtico problema y hace decenios que las marcas intentan eliminar sus efectos en los relojes. Después de la Primera Guerra Mundial, Tissot fue la primera marca que propuso un reloj antimagnético. Estaba equipado con una especie de «jaula de Faraday», que permitía resistir a los campos magnéticos hasta 1.000 gauss. Toda una hazaña en la época. Esta situación ha perdurado hasta hace algunos años. De hecho, los especialistas de Omega llevan bastantes años trabajando para intentar mejorar esta situación. Así, en paralelo con los trabajos llevados a cabo en el terreno del silicio y en la investigación de nuevos materiales, la marca de Bienne ha logrado proponer un reloj que resiste a un campo magnético de hasta 15.000 gauss, es decir, alrededor de la potencia de un aparato de resonancia magnética utilizado en medicina. Pero lo más interesante en este descubrimiento capital es que no se trata de trabajar sobre el «envoltorio» del reloj para obtener esta resistencia a los 15.000 gauss, sino directamente sobre el movimiento. Esto es lo que lo hace verdaderamente extraordinario.

Así, disponible desde estos días en una gran gama de metales, incluido el oro Sedna™ de 18 quilates, el oro amarillo de 18 quilates y el acero inoxidable, el Globemaster será reconocido para siempre como el primer reloj certificado «Master Chronometer».

Un hábito histórico para subrayar su modernismo

Este reloj, de 39 mm de diámetro, hace gala de la emblemática esfera de estilo “pie-pan” que se hizo tan célebre en 1952 en los Constellation. Una esfera azul con cepillado solar adorna los modelos en acero y los bimetálicos disponibles con brazalete metálico o correa de piel azul. Las esferas plateadas opalinas decoran las versiones en oro Sedna™, en oro amarillo de 18 quilates, en acero y en acero y oro de 18 quilates. La esfera plateada opalina luce también en el modelo todo de acero, que se complementa con una correa de piel gris. Los índices y la mítica estrella que distingue la colección Constellation están aplicados a la esfera y realizados en oro Sedna™ de 18 quilates, en oro amarillo de 18 quilates, rodiados o ennegrecidos, según el metal utilizado para la caja y el color de la esfera.

Las agujas de las horarias y el segundero centrales hacen juego con los índices, revestidos de Super-Luminova, como las mismas agujas de las horas y los minutos. El indicador de fecha se sitúa a las 6h.

El bisel estriado, con las estrías pulidas, confiere al Globemaster un aspecto único, que lo hace inmediatamente reconocible. El bisel de las versiones de acero es de un metal particularmente resistente, una aleacción de carburo y tungsteno.

La caja, cepillada, tiene dos piezas biseladas y pulidas, que unen las asas al bisel. Estas piezas, biseladas y pulidas, se encuentran también en el brazalete metálico de tres filas, que está totalmente cepillado, excepto en sus bordes pulidos. Los eslabones centrales están ligeramente curvados, un detalle que contribuye a la sofisticación de este revolucionario reloj.

Protegiendo el calibre Omega Co-Axial Master Chronometer 8900/8901, el cristal zafiro convexo e irrayable añade una nota de elegancia al conjunto. Un medallón del mismo material que la caja, con la imagen de un observatorio rodeado por un cielo pulido con ocho simbólicas estrellas, se ha colocado bajo el cristal, antes de ser fijado al fondo de la caja con cuatro tornillos. El medallón no recubre enteramente la masa oscilante y el movimiento, de modo que el calibre Co-Axial Master Chronometer 8900, que equipa los modelos en acero y en acero y oro, y el calibre Co-Axial Master Chronometer 8901, que late en el interior de las versiones en oro, resultan visibles. El Omega Co-Axial Master Chronometer 8901 dispone de una masa oscilante en oro Sedna™ de 18 quilates. La fiabilidad y precisión de estos dos movimientos mecánicos antimagnéticos es tal que la marca de Bienne ofrece para su Globemaster, cuya hermeticidad está asegurada hasta los 100 metros, una garantía de cuatro años.