Infalible, incansable, el tiempo avanza y aquí estamos, casi en Navidad. El año va tocando a su fin y la crisis continúa amenazando la alegría y el bienestar de muchas personas en España, en Europa y en el mundo en general, y promete quedarse un largo tiempo más, convertirse en una forma de vivir, una situación permanente. Y es que el mundo parece haberse vuelto loco, loco y se diría que nada es como debiera, como creíamos que sería a estas alturas de la película.

Pero es de eso de lo que se trata, de comenzar de nuevo cada día, de no bajar nunca la guardia. Es posible que no haya nada nuevo bajo el sol y que la historia se repita una y otra vez y que el secreto esté en mirar cada vez con ojos nuevos, en descubrir una nueva manera de hacer y de pensar. No hay derrota, hay conocimiento y reconocimiento. A veces, incluso, sabiduría.

Como el inexorable tiempo, avanzamos, vamos construyendo, creando por el camino que hacemos al andar, como decía el poeta. Y ese camino nos va acercando a Navidad, al momento por excelencia de regalar y de regalarse. Un premio porque sí, porque lo merecemos, porque reconocemos el esfuerzo y valoramos el cariño, porque el amor y la amistad no nos son ajenos. ¿Y qué mejor que ese codiciado reloj que representa el tiempo y el mundo, esa anhelada estilográfica con la que escribir palabras y expresar sentimientos, esa deseada joya con la que brillar y deslumbrar?

¡Y si este año estuvieran bajo nuestro árbol de Navidad…!

¡Mucha suerte y feliz Navidad para todos!