Es una auténtica leyenda de la relojería. Un icono que, sin discusión, ha marcado el tiempo de varias generaciones y que aún hoy sigue en plena forma.

La India británica, 1930. Un sofocante calor envuelve la atmósfera durante un partido de polo disputado entre habilidosos y combatientes militares ingleses. Al terminar la competición uno de los oficiales se dirige a César de Trey, un empresario suizo, y le muestra su reloj con el cristal roto. Esa misma noche en el club el militar inglés conversa de nuevo con el hombre de negocios y le plantea el reto de crear un reloj lo suficientemente sólido como para soportar un partido de polo. La cosa queda así, de momento…

Al regresar a Europa de Trey se cita con Jacques David LeCoultre, quién trabaja en estrecha colaboración con la casa Jaeger, con la que diseñó el reloj Duoplan, y piensa en este taller parisino como el ideal para el desarrollo de la caja de este nuevo encargo y reto relojero. La solución a los golpes eventuales se podría solucionar con una caja que pudiera girar sobre sí misma para proteger la esfera.

En 1931 el ingeniero francés Alfred Chauvot registra la patente del reloj que “puede girar sobre sí mismo deslizándose sobre su base”. Es la licencia del Reverso comprada por César de Trey y Jacques David LeCoultre y fabricada en “Especialidades Relojeras”, sociedad creada por ambos.

Con el nacimiento de este reloj giratorio elegante y robusto se solucionaban los problemas planteados por el militar y se ponía la primera piedra del que se convertiría en un icono de la relojería y en un pilar fundamental para la historia de Jaeger-LeCoultre.

La duplicidad de la caja de El Reverso, con su respaldo de acero y oro, se convertía en su verdadero valor añadido. La superficie de metal, de 2 cm, permitía personalizar el reloj, que se convertía en algo más que un transmisor de la información horaria. El Reverso abandonaba el césped para convertirse en instrumento de transmisión de mensajes, emociones, incluso arte.

Desde 1931 hasta hoy, el Reverso se ha convertido en un objeto de culto. Personalidades como Eduardo VIIII de Inglaterra lo mandaron grabar con el escudo de armas de su familia, la aviadora norteamericana Amelia Earhart con el itinerario del primer vuelo México-Nueva York y las jóvenes inglesas con el blasón del Eton College o la Harrow School, los gustos y excentricidades fueron de lo más variado, desde mapas hasta escenas eróticas… ¡las posibilidades del Reverso eran muchas! Tantas como ejemplares hay en el mundo. Jaeger-LeCoultre sólo ha puesto la semilla de un icono, la mano del hombre ha ratificado su verdadero potencial.