Cuarta generación al frente de Patek Philippe, Thierry Stern defiende los valores de tradición e innovación con las herramientas propias del siglo XXI. La informática y el Ipad son sus grandes aliados. Sobre sus hombros reposa la tarea de consolidar la independencia de la marca manteniendo el incuestionable principio de la excelencia. Una compleja tarea “que se hace en equipo”.
Cae la tarde sobre Plan-les-Ouates. La jornada ha sido larga y Thierry Stern acude a nuestra cita con cierto aire de fatiga, que, no obstante, va desapareciendo en los primeros momentos de nuestra conversación. Enseguida, arrellanado sobre su silla y sonriente como siempre, Thierry se muestra cálido y acogedor. Es un hombre tranquilo y sosegado, un buen conversador, que no elude una respuesta aunque a veces sonríe ante una pregunta. Desde hace poco más de tres años tiene sobre sus hombros la responsabilidad de perpetuar la más prestigiosa marca de relojería. Un testigo que recogió de su padre, del que aprendió los valores que han hecho grande a esta casa y entre los que destaca la excelencia y la calidad.
¿Qué es la calidad Patek Philippe?
Es no detenernos en el momento en que encontramos que la pieza tiene una bonita apariencia, sino continuar hasta que todo quede visualmente perfecto incluso cuando observemos la pieza de cerca. Los pequeños detalles hacen la diferencia. La calidad es también desarrollar nuevas técnicas, nuevos diseños y atreverse a ir cada vez más lejos. Cuando no podemos hacer algo, no nos vamos a detener ahí, trataremos de ir más lejos, y si algo no se puede hacer encontraremos una solución para hacerlo. Innovamos. Esto es la calidad, que Patek Philippe siempre eleva hasta los límites.
Algunas de las patentes que hacen esta calidad no son visibles a los ojos del cliente. ¿Qué motiva estos procesos de innovación?
Esto es parte del papel que debe desempeñar un relojero. Un verdadero relojero debe innovar. Siempre ha sido así. Cuando yo era niño aprendí que Patek Philippe tiene una tradición de innovación, forma parte de nuestra vida. Queremos encontrar ideas no sólo para sorprender al cliente con las novedades, sino también para mejorar el producto sin que se dé cuenta. Es cierto que hacemos muchos cambios sobre los que no comunicamos y que permiten aumentar la longevidad del reloj. La credibilidad de nuestra marca depende de la longevidad de nuestros movimientos. Por consiguiente es algo que siempre haremos, no puede ser de otra forma. Tenemos que hacerlo, es una buena motivación tanto para nosotros como para nuestros detallistas, que tienen confianza en la marca porque saben que nuestras inversiones están hechas para mejorar la credibilidad de la marca en el tiempo. Jamás dudaremos en invertir para mejorar el producto, al contrario que otros que no invertirán en un producto ya hecho y preferirán invertir en una gran campaña de marketing o en algo similar. Para nosotros es importante que el cliente que compró un reloj ayer sea tratado de la misma manera que el cliente que comprará un reloj mañana, y para eso tenemos que garantizarle que su pieza funcionará siempre. Las innovaciones se hacen para esto. No podríamos decir “sabemos que es mejor pero no lo hacemos”, eso no forma parte de nuestra mentalidad y además no está bien. Por otro lado, esto facilita el servicio postventa. Cuanto más mejoramos nuestros movimientos menos posibilidades tenemos de verlos retornar estropeados.
¿Qué representan la Patek Philippe Advanced Research y la nueva cátedra que han creado?
Esto representa para mí una empresa dinámica. Siempre volvemos a la tradición de innovación porque está en nuestros genes. Queremos ser los líderes de la relojería de alta gama y para lograrlo tenemos que innovar, buscar los mejores componentes, los mejores cálculos…, además debemos buscar otros materiales que nos permitan mejorar no sólo la precisión del reloj, que es vital, sino también la reserva de marcha, encontrar la manera de reducir el grosor del mecanismo para poder producir relojes extraplanos ya que cuanto más plano es un movimiento más hermoso es su diseño. Esta innovación constituye un adelanto en el tiempo para demostrar a los demás que podemos mejorar nuestros productos, tener una mayor calidad y precisión frente a todos los demás. Hoy, esta precisión es nuestra tarjeta de presentación. El público sabe que comprar un Patek Philippe no sólo es comprar una pieza artística, porque ha sido manufacturada de forma magnífica, sino que también es up to date, es decir es una pieza que atesora un savoir-faire que está en constante evolución. Este es el rol de un relojero, mejorar continuamente su producto.
Y esto es lo que se espera de Patek Philippe
Sí. Sinceramente, pienso que eso es lo que la gente espera. Siempre ha habido progresos. Hoy el silicio, ayer el barrilete o la evolución del volante. En cada etapa las personas se preocupan pero no deben si los progresos se hacen de manera útil, no lúdica. El día en que se conviertan en chismes entonces tendremos que preocuparnos, pero hoy no es así. Patek Philippe nunca presentará un nuevo desarrollo que no sea útil.
¿Cuál es el vínculo entre cultura y relojería?
No puedo hablar por la relojería en general. Con respecto a Patek Philippe, puedo decir que esta relación es global, no está centrada únicamente en la cultura de un país. Está basada en un conocimiento general del mundo, de la estética y de la cultura de cada país. Es una mezcla. La relojería suiza siempre ha tenido que adaptarse a ello porque nuestros productos siempre se han exportado. Es muy interesante apreciar qué es lo que hace que ese país sea atractivo, cuáles son sus puntos fuertes a nivel cultural, para beneficiarse de ellos y añadirlos a un reloj. Puede ser, por ejemplo, a través del engaste, del esmalte, del grabado, de materiales como la madera, la piedra. Siempre ha habido una relación muy fuerte entre la cultura y la relojería. Y debe seguir siendo así. Nuestra fuerza es que podemos adaptar la cultura de todo el mundo para crear un reloj que guste a todos.
Un reloj universal, en definitiva.
Exactamente. Esto es muy difícil. Para hacerlo hay que tener los ojos bien abiertos, hay que mirar, escuchar y crear un filtro en Ginebra que nos permita esclarecer si la idea encaja con la mentalidad de la marca y con nuestra propia cultura.
¿Qué falta por inventar en relojería?
Muchas cosas. Cuando llegué aquí en 1987 una persona importante dejó la empresa y me dijo: “Thierry, te deseo buena suerte, todo está hecho ya”. Desde entonces cada año hemos presentado una innovación. Cada año hemos encontrado algo nuevo. Hay muchas cosas por hacer. No le puedo decir cuáles porque son cosas que conservamos en secreto para el futuro.
¿En qué terreno?
En todos. Tanto en el artístico como en el de la creación de nuevos movimientos, de nuevas complicaciones y en la aplicación de nuevos materiales que nos permitirán hacer relojes más precisos y producir movimientos más delgados.
Usted representa la cuarta generación de la familia Stern al frente de Patek Philippe. Cada generación ha aportado algo distinto. ¿Qué ha aportado cada una y qué aporta usted?
Mi bisabuelo tuvo la visión de adquirir Patek y aportó la cultura de la belleza, del esmalte y de la rareza. Mi abuelo aportó la visión estética, el diseño, porque era un artista. También tenía una gran capacidad para las relaciones; es decir las relaciones entre Patek Philippe, los detallistas, los clientes y los proveedores. Para él las relaciones tenían que ser muy cercanas, como amigos. Estableció a Patek como una marca humana, con personas accesibles que aprecian conversar y escuchar. Mi padre aportó la visión del empresario. Él desarrolló la herramienta que fue capaz de producir más con la misma calidad y abrir nuevos mercados. Desarrolló la manufactura, reuniendo los distintos oficios para hacerla eficiente y creó la red de distribución. Esto nos ha permitido difundir el mismo mensaje alrededor del mundo.
Por mi parte, tengo una misión muy importante que consiste en mantener y perpetuar las relaciones. Esto es vital porque si no se cuidan se pierden. Los grupos grandes no se preocupan por este aspecto, todo son números, el detallista es un número y el cliente alguien que aporta dinero y listo. Esto no es así para nosotros. Yo tengo la misión de conservar el contacto con el detallista, con el cliente, escucharlos y hacerles apreciar la marca. Mi labor es controlar la información, no sólo perpetuar la historia de Patek Philippe, sino también la historia de los detallistas, de los clientes… saber qué hemos hecho, para quién se hizo tal pieza, cuántas se hicieron y además saber dónde encontrar esa información. Esto es lo que hoy nos permite avanzar sabiendo a quién le vamos a vender y cuánto vamos a vender, porque tenemos un historial que nos permite anticiparnos. Tenemos que conservar nuestro historial. Todo lo que antaño se escribía en trozos de papel y se podía perder, hoy lo encontramos en sistemas como SAP, que administra una pequeña producción, en sistemas de información global que nos permiten almacenar los documentos con muy fácil acceso. Son herramientas muy potentes que serán muy útiles en el futuro. Debemos conservar la historia de la marca y la de las piezas. Hoy, una de las fortalezas de Patek Philippe es el conocimiento del producto. Un jefe de mercado, un comercial, debe conocer la habilidad de explicar cómo funcionan los relojes, qué es un movimiento mecánico o un cuarzo, cómo funciona un tourbillon o un crono. Yo aporto también esto, una formación exhaustiva para los equipos con herramientas up to date, gracias a la informática. También proporciono la visión de la empresa; es decir, lo que queremos hacer. Además, debo controlar el conjunto de Patek y conocer a las personas que trabajan aquí para saber quienes destacan para colocarlas en el puesto más adecuado, esto es vital. Y también tengo que aportar estabilidad. Mi padre se ocupó del crecimiento de la empresa y yo tengo la misión de estabilizar ese crecimiento. Pero no deseo llegar a producir un millón de piezas. Eso no. Este jamás ha sido nuestro objetivo. Finalmente, la última tarea es aportar mis propias ideas a nivel de la creación, algo que siempre he hecho pues es mi campo predilecto. Mi mayor fortaleza está en la creación, incluso a nivel de los movimientos, encontrar nuevas ideas. Esto también forma parte de mi responsabilidad y no sólo de la de los ingenieros.
¡Es mucho trabajo!
Sí, pero no lo hago solo, y eso es agradable. Es un trabajo importante y apasionante que se hace en equipo. Lo más difícil es ser un buen director de orquesta. Hay que saber dirigir a gente muy competente como la que tenemos en Patek Philippe y también saber controlar los problemas. Aquí no tenemos batallas políticas. Eso no existe. Nadie se va a pelear para ocupar mi puesto. Es un asunto de familia y esto está claro. Cada persona tiene su lugar y no perdemos tiempo en peleas políticas, como ocurre en los grupos.
En mi visita por la manufactura he hablado con distintas personas y todos parecen estar muy contentos de trabajar aquí y de asumir los valores de la marca. ¿Cómo se logra eso?
No lo sé. No tengo ni idea, creo que siendo nosotros mismos simplemente. Transmitir los valores no es algo evidente, por eso es tan importante aplicarlos. Si uno los aplica y cree en ellos, eso se transmite. Hay que aplicárselos a uno mismo y automáticamente se transmitirán a los demás. Jamás les he dado a mis hijos un libro con valores para decirles que tienen que tener buenos modales o que tienen que ser buenos y educados… eso no funciona así. Si yo soy educado y tengo buenos modales, ellos harán lo mismo. Yo estoy aquí todos los días y trabajo como los demás. La gente me ve y automáticamente esto se transmite a todos. Los primeros en respetar los valores deben ser los responsables. Es una pirámide. Todos tenemos esta responsabilidad. Otro asunto decisivo es saber respetar a todo el mundo, sea cual sea su cargo; saludar tanto a un director como a una empleada de la limpieza al final del día. El respeto y los valores se transmiten así. Pero además, el aspecto familiar es importante. Todos saben quién es el patrón y que el patrón está aquí y no jugando golf 300 días al año o diciéndoles que tienen que trabajar más para comprarse un yate nuevo. Aquí todos estamos en el mismo barco y esto es primordial. Una persona tiene todos los poderes y debe saber emplearlos sin abusar. Cuanto mayor sea nuestro poder, más humildad y mayor capacidad para escuchar a los demás debemos cultivar. Eso mi padre lo hace muy bien.
¿Qué le enseñó su padre?
Mi padre me enseñó a no ser altanero ni agresivo con los demás. Nunca le he oído criticar a alguien. Él siempre va a encontrar una solución al problema sin disgustarse, va a buscar la manera de mejorar una situación, de salir adelante, y siempre en la buena dirección para Patek. Me enseñó a ser un ser humano, a tomar decisiones que pueden frenar durante un cierto tiempo, pero que siempre van a ayudar a las personas. Las personas son siempre más importantes que los relojes.
¿Qué le gustaría que se recordara de su presidencia?
Simplemente, que todo se hizo bien. Que me recuerden como alguien que logró estabilizar una hermosa marca preservándola de los problemas. No me interesa que la gente diga que hice algo excepcional. Eso no es importante para mi. Todos podemos hacer algo excepcional una vez, pero la vida no es eso. La vida es hacer lo correcto a largo plazo. Eso es bonito. Lo excepcional no basta.