«Hacer siempre lo mismo no da una buena imagen. Significa que no se es creativo», asegura Thierry Stern, convencido de que «hay que evolucionar para no morir». Quizá por eso Patek Philippe está siempre en constante movimiento.

Paso a paso, sin rupturas ni estridencias, con calma y una buena dosis de reflexión, Patek Philippe, con su presidente Thierry Stern a la cabeza, va cambiando su imagen. No solamente la de sus relojes, que también, sino la de la propia marca y su puesta en escena. Un buen ejemplo de ello fue su presentación en la pasada feria de Basilea. Cualquiera que paseara por sus vitrinas podía percibir este sutil cambio que empezaba por una nueva disposición de los relojes y una presentación diferente, sin brazalete, en la que predominaba la esencia misma del reloj.

¿A qué se debió la nueva presentación de los relojes Patek Philippe en Baselworld?

Hay que cambiar de tanto en tanto, se lo debemos a la gente. No se olvide que Baselworld está abierto al público, que paga por entrar 60 francos, y no viene sólo a ver las novedades y los stands, quieren sorprenderse, maravillarse con cosas nuevas, bonitas y originales. Además, es bueno también para la propia imagen de Patek, hay que ser creativos y hacer cosas distintas. Hacer siempre lo mismo no da una buena imagen, quiere decir que no se es creativo.

¿Qué quería demostrar con esto?

Es una idea que tengo desde hace varios años pero que no había osado poner en práctica. Y me dije que era el momento de hacerlo antes de que lo hicieran otros. El objetivo era poner el foco sobre la cabeza del reloj. Me parece simpático y creo que es interesante mostrar el reloj como lo ven los relojeros. Ellos no ven el brazalete, que a fin de cuentas se puede cambiar.

¿Está satisfecho con la reacción que tuvo entre el público?

Sí, parece que les gustó y se habló mucho de ello. Se dio una imagen fluida y agradable. No hay que olvidar que Patek tiene una tradición de innovación y para mí esto forma parte de esa tradición. El que no se mueve, muere.

Desde que asumió la presidencia, en 2009, muchas cosas van cambiando en Patek Philippe. ¿Cómo definiría el estilo Thierry Stern?

Bueno, es sobre todo el estilo de la familia Stern que continúa. Es quizá sólo una cuestión de edad, aunque lo importante es mantener el ADN de la marca. Evidentemente yo soy más joven que mi padre y se evoluciona con el tiempo que nos toca vivir. Los clientes han cambiado también y hay que adaptarse a ellos. Hoy un cliente medio de Patek tiene 40 años, mientras que en la época de mi padre tenía unos 60 años.

¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías, a las que usted está siempre muy atento, en estos cambios?

Tenemos una tradición de innovar y evolucionar, pero hay que saber cómo. Hay que encontrar nuevas soluciones y la tecnología nos ayuda. Hay que ser más preciso, más fino y ser innovador en los diferentes movimientos. Sabemos que había ideas, ya sea para las complicaciones o para el ajuste del movimiento, que se podían plasmar en un papel pero no había tecnología para realizarlas. Hoy, las innovaciones técnicas nos permiten fabricar componentes que no podíamos hacer antes porque las máquinas no lo permitían, no eran suficientemente precisas. Ahora sí podemos, y evolucionamos y continuaremos en este camino. Es cierto que nos hemos concentrado fundamentalmente en el escape, en su precisión, pero hay otras cosas que están llegando. Pero todo necesita tiempo. Patek Philippe no puede lanzar al mercado algo que no ha sido testado una y otra vez. Debemos estar seguros de que todo lo que ponemos en el mercado funcionará durante mucho tiempo.

2016 es un año muy importante para Patek, que celebra varios aniversarios: 20 años del calendario anual, 40 años del Nautilus, 20 años de la campaña Generaciones…

Sí, el 20º aniversario del calendario anual es importante. Sobre el aniversario de Nautilus, si dependiera sólo de mí no haría nada. Creo que hay demasiados Nautilus ya. Es una bonita pieza, cierto, pero no quiero que nos convirtamos en una marca mono-producto como Audemars Piguet y su Royal Oak. Este es el año del calendario anual, y hemos presentado en Basilea un nuevo modelo (ver R&E nº 150, mayo-junio 2016). Sobre Nautilus habrá algo más adelante, aunque yo creo que ya hay muchos en colección.

¿Qué le falta aún por hacer a Patek Philippe?

Hay muchas cosas aún por hacer, pero le diré que, en el terreno de los movimientos, hemos finalizado ya lo que saldrá hasta 2025. Es decir, hasta 2025 tenemos ya todo nuestro programa de mecanismos. En cuanto a la estética, no hay ninguna preocupación: tenemos un vagón de ideas. De hecho, nos falta tiempo para realizarlas todas. Este año mismo he tenido que anular una colección porque no teníamos tiempo para hacerla. Es tiempo lo que nos falta. En lo que a creación se refiere, no hay límites. Cuando me hice cargo de la creación había una persona que era la mano derecha de mi padre, y cuando se retiró me dijo “buena suerte Thierry, ya está todo hecho”. Eso me marcó mucho, pues no es correcto, y desde ese día me juré que eso no ocurriría jamás. No es verdad que esté todo hecho. Tengo ideas para dos o tres generaciones… No hay ningún problema a este nivel.

¿Y es porque hay aún muchas cosas por hacer que ha decidido ampliar la manufactura?

Sí, con el nuevo edificio nos anticipamos al futuro. El objetivo es seguir siendo una manufactura independiente y reunir todo nuestro saber-hacer en un mismo lugar en Ginebra, asegurando así la transmisión de estos saberes. Ahora estamos ya muy estrechos y quiero agrupar todas las unidades de producción bajo el mismo techo. Todo estará en este nuevo edificio en el que además hay que dejar un poco de espacio para algo que es muy importante para mí, el servicio post-venta. Bueno, creo que en realidad no será un poco de espacio, sino mucho espacio pues reparamos piezas desde 1839, lo que significa mucho stock, mucha maquinaria, muchos dossieres y todo esto requiere muchas personas. Habrá espacio también para una escuela de formación y para nuestros laboratorios de investigación, además de un restaurante y, en fin, espacio para seguir creciendo en el futuro. Esto no está ligado a un aumento en el volumen de producción, seguiremos creciendo entorno al 3%.

¿Una escuela para relojeros?

No solamente para relojeros, también para grabadores, esmaltadores, engastadores… Habrá diferentes tipos de formación porque hay ya algunos de estos oficios que no cuentan con escuelas. Hay que dar esta formación para que no se pierdan los oficios artísticos y porque nosotros los necesitamos.

¿Por qué todos quieren ser como Patek Philippe?

Porque somos creíbles y creativos. Jamás hacemos las cosas mal, y tenemos una estrategia clara que se aprecia en el conjunto de nuestros productos. Nuestra gama evoluciona y la gente reconoce un Patek Philippe porque siempre hay una lógica en su colección y una calidad irreprochable detrás. No es nada complicado. Sencillamente no hay que ceder a los cantos de sirena y hacer cualquier cosa. Los que han sucumbido a eso lo han hecho por dinero a corto plazo, pero también lo han hecho las sociedades que tienen accionistas que esperan beneficios. Nosotros somos una empresa familiar y no tenemos esa presión. Podemos permitirnos evitar esos errores. Hacemos relojes por amor y por pasión. Si estoy aquí hoy no es porque lo necesite, si no porque me gusta. De lo contrario, estaría, no se, tomando el sol…